Las plantas una a una: Aloe Vera
Aloe vera: Familia: Liliáceas
Del aloe se usa el zumo de las hojas, que se recogen en invierno, cuando la planta no está en periodo vegetativo. Para uso medicinal se utilizan las hojas de más de tres años de edad y se cortan por la base, donde alberga una cantidad más importante de principios activos.
El aloe contiene cerca de 75 ingredientes diferentes, entre los cuales se encuentran resinas, antraquinonas como la aloina, vitaminas A, C, E, B12; minerales (sodio, potasio, magnesio, cobre, cromo…), enzimas, sustancias antisépticas (saponina…), sustancias antiinflamatorias, etc.
Todos estos componentes actúan en sinergia, o sea apoyándose y potenciándose los unos a los otros.
Posee una increíble capacidad de penetración que le permite llegar hasta las capas más profundas de la epidermis y curarlas. Dos son las cualidades más importantes del aloe: una de ellas es la de actuar sobre el epitelio y, por lo tanto, regenerar todas la mucosas del organismo y las membranas que revisten los órganos internos; la otra es estimular el sistema inmunitario.
Debido a su acción, las células vuelven a unirse y a regenerarse. Desde los tiempos más antiguos, el aloe es conocido y apreciado por sus virtudes terapéuticas, afirmadas por los antiguos egipcios, los médicos de Extremo Oriente, del norte de África y de Grecia.
Los árabes fueron los mayores consumidores de aloe y usaban el acimar preparado a partir de él para curar las más variadas enfermedades. Llamado también «la hormona de las heridas» por su poderoso efecto cicatrizante, el aloe ha sido recientemente definido como la más asombrosa mezcla de antibiótico, agente coagulante, inhibidor del dolor y estimulante del crecimiento de los tejidos que se conoce en la naturaleza.
Aloe vera Actualmente se le atribuyen propiedades preventivas y de apoyo en la curación del cáncer y del sida, probablemente por su acción sobre el sistema inmunitario. Si se emplea el aloe en estos casos, se deberá utilizar directamente la planta fresca y no los preparados comerciales.
Una planta de aloe, una vez recolectada y dejada entera con sus raíces, puede sobrevivir un año, por lo cual no es necesario tenerla en el propio jardín. Las hojas, en cambio, una vez cortadas sólo se pueden guardar en la nevera una semana, mientras que el jugo exprimido pierde sus propiedades en sólo 24 horas.
El aloe estimula, tonifica y aumenta las funciones protectoras del organismo. Se le reconoce gran eficacia en el tratamiento de las enfermedades gastrointestinales agudas y crónicas (úlceras, estreñimiento, disentería, inflamaciones intestinales, etc.). Para combatir el estreñimiento se come un trocito de pulpa con la parte verde incluida (es la que contiene antraquinona, el principio laxante) por la mañana en ayunas o se toma el jugo endulzándolo, si es necesario, con miel o azúcar. Al cortar sus anchas hojas brota un líquido muy amargo pero efectivo como purgante si es ingerido. Se toma en pequeñas cantidades y está contraindicado en las embarazadas y los niños.
La pulpa interior transparente es la que se utiliza en la mayoría de los trastornos, prestando atención a quitarle bien la piel y la parte verde en contacto con ella; el gusto de la gelatina es insípido pero aceptable. Mientras que los árabes han recalcado la importancia del aloe en la cura de los órganos internos, los indios americanos han usado más concretamente esta misma planta como vulneraria y cicatrizante en casos de heridas, quemaduras y problemas de la piel en general.
La planta pertenece a una especie llamada xeroides, cuya particularidad es la de cerrar inmediatamente sus estomas ante cualquier corte, evitando la pérdida de agua. Esta reacción es la que probablemente ha inducido a los chamanes americanos a indagar el poder cicatrizante del aloe.
En casos de herida o de quemadura, se corta transversalmente una hoja y se aplica directamente la parte interna gelatinosa sobre la zona afectada, previamente limpiada. Se mantiene la cataplasma con una tela y se deja que actúe durante una hora o más, según la gravedad del caso, pudiendo mantenerla hasta 48 horas. Al ser tan largo el tiempo de aplicación de la cataplasma, tendremos que renovarla de vez en cuando.
Se puede también mojar una gasa en el jugo del aloe y aplicarla sobre la parte afectada, mojando a menudo la gasa para que se mantenga bien húmeda. Esta misma preparación es útil en casos de quemaduras, sean causadas por el fuego o por el sol, mordeduras de insectos, de medusas, etc.
En casos de quemaduras se puede preparar un ungüento de aloe con base de aceite. El aloe, de hecho, es notablemente astringente, por lo cual el aceite evitará que se reseque demasiado la piel. La aplicación del aloe en uso externo, tanto en forma de pulpa como de ungüento, es de extrema versatilidad: desde hongos (pie de atleta, cándidas vaginales) y herpes (genitales o labiales) hasta la prevención de estrías en el embarazo. Asimismo, es útil para curar las dermatitis de los bebés causadas por los pañales, y para secar las ampollitas que se forman.
Preparados y usos
• Jugo: Una cucharada por la mañana como preventivo de las enfermedades gastrointestinales y del cáncer. También puede usarse la pulpa (3 cucharadas al día).
• Tintura hidroalcohólica: Se cortan a trocitos muy pequeños una o dos hojas grandes de aloe y se dejan macerar en un tarro de cristal durante 15 días, cubriéndolas con orujo. Al filtrar se dejará que los trocitos escurran bien el jugo. 1 cucharadita antes de las tres comidas, en un poco de agua.
• Tintura madre:
1 – Se licúan o se machacan en un mortero 350 gr de hojas de aloe completas, hasta conseguir una pasta homogénea. Se añade 1 litro de alcohol de 96° y se deja el compuesto a macerar durante 9 días, agitando cada día el frasco durante 1 minuto. Filtrar y envasar en botellas de vidrio oscuro.
2 – Si se quiere realizar una tintura con menos graduación alcohólica, se puede rebajar el alcohol con agua destilada (550 cc de alcohol y 450 cc de agua). Se procederá como para el n°1, pero la maceración en este caso se prolongará a 21 días.
• Acíbar: Es conveniente prepararlo en los meses más cálidos. En un recipiente de cristal puesto al sol, se dejan escurrir las hojas de aloe cortadas transversalmente. Se pone el jugo a fuego lento hasta que se forme una jalea que al enfriarse quede condensada. El acíbar se toma a razón de 0,10 gr al día.
• Licor: 1 kg de hojas de aloe frescas, lavadas y licuadas, se mezclan con 750 gr de miel y se dejan reposar en la nevera durante 15 días, agitando la mezcla cada día para que su energía se potencie. Trascurrido este tiempo, se añade al compuesto 1 litro de grapa (o bien de orujo), se envasa en una botella oscura y se deja reposar durante 3 meses en un lugar fresco y oscuro, sin tocarlo. 1 copita al día (20-30 cc).



























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